De verdad… ¿no sé como empezó?, creo que no tenía ganas de comer y fingí que la carne estaba pasada y la ensalada, como siempre, no tenía limón... debería acostumbrarme, pero no estaba bien, ya sabes: el cansancio me ganó. Además él ya vino con ganas de pelear, vino a traer sus problemas, sus crisis, sus dolores, y los trató de refugiar conmigo. Te soy sincera, antes eso me encantaba, me hacia sentir importante en su vida, ahora me asfixia, «soy una mujer no un estropajo» siempre me repito eso, «no soy una pared donde se pueda estrellar su cólera, NO», y luego me llora sin lágrimas, me desea y yo a él y… bueno.
Dudo y en verdad dudo que él entendiera eso en ese momento, sólo porque gastó dos cincuenta en mi menú, y después: “que no era fácil conseguir dinero y que acaso no pienso en mis hermanos en mi pueblo, que ni siquiera prueban carne en meses como yo, y que su madre, SU MADRE, trabajando 12 horas al día en ese pueblo tan lejano de él y de tan puro aire, debería irme ahí para respirar en paz un momento…” lo sé: divago, pero es que esa no es la manera de reclamar, que sabe él de ser mujer y todavía provinciana y peor: sobrina de caridad ajena.
Él no sabe de mis cambios de temperatura, de esos dolores que vuelven cada mes y que me vuelven loca, porque él no los sentirá pero yo sí, y me siento sucia y malhumorada. Y yo me tengo que estar bañando a cada rato por él, por él que no se afeita continuo y no entiende que irrita la piel de mi cara con su barba, pero ¿Lo intenta?, ¡NO!, Se juega su fútbol, se gasta treinta, cincuenta soles en sus amigos, ¡Y se queja de dosincuenta!. Y mi hermana que “¿Cuando vas a terminar con ese abusivo?, porque es un borracho y te puede pegar”, ay, ay si supiera que yo lo golpeé primero, eso paso después de comer.
Al salir me estuve arrepintiendo de no haber comido, pero ni siquiera se calló: «que si me sentía feliz por lo que había hecho», «si así decía que lo amaba», y yo gritando en mi corazón, con mis ojos: sí idiota, ¡Sí te amo! ¿No ves que no te respondo para ya no pelear más?, Y él dale con que si no lo amo, y yo «ja, ja» cuando mencionó el ahorro… estalló: de que te ríes, te parece bonito ¿Ah?, Yo te hablo y tu te ríes ¿no?, Eres una (…) y no entiendes nada, ¡Nunca haces nada por la relación!, Se atrevió a decir eso ¿Puedes creerlo?, Sí pues: «¡Yo!» Empecé la pelea «no bastara -dije- hasta que me veas llorar, ¿y ni así te sentirás contento?». Él tronó y me jaló mientras decía: «ahora si ya me hartaste, te ríes ¿No? Que crees, que riendo no se van a dar cuenta que estamos peleando», SÍ, tienes razón idiota, nos ven, con lo que te gusta hacer el papelón, hue… disculpa pero así pensé y si no lo dije en voz alta fue por el miedo a que me pegue en la calle.
YA EN CAMINO
Pero me pegó después como te sigo contando (este jugo nos va a caer a pelo a los dos ¿o a las dos ummmhh?, Vas a ver) y me jaloneó ¡Sí! Más todavía, y me llevó al parque enfrente de la «U«, ¡Cuantas veces me contó que se emborrachó allí!, Cuantas más me contó que venía con sus amigos de pera y chicas del Arequipa a jugar botella borracha. Sí, cuantas veces me retrato la manera en que se besaban, y ahora me llevaba a mí, dizque su amor, «su novia», me llevaba a pelear y después trataría de amistar las cosas, pero yo ya no estaba de humor; claro que lo entendía: estaba con deudas y hasta le dolía la muela al pobre, pero trataba de entenderlo y… lo sé, me estoy disculpando, tú lo sabes ¿No?, Pero no es mi culpa.
Él, después de gritarme, apretarme el brazo y tratar de besarme a la mala con ese aliento caliente que tiene cuando se enoja (y tú ya debes saber que me molesta) me dijo que: «que quieres en verdad», yo «terminemos«, y él con su conocido: «ya pues», hizo el intento de irse, y como siempre (siempre amor, siempre lo haces ¿No?), Se volvió a los tres pasos y regresó, ¡Pero me sorprendió esta vez!, Me cogió de nuevo el brazo y me jaló hasta la avenida, entonces para un taxi y me dejó pasmada, dijo: «hasta el grifo Monterrey, sí en la Estados Unidos, una cuadra más abajo ¿Sí?, dos china… ¡ya!”, Y yo por dentro: «Tu cena, tonto», y ya dentro del carro no me duró la paz: «maestro, mejor a Miraflores, al Parque Mayta Capac». No dije nada, me confundió, aunque esperaba que por primera vez me dejara en mi casa y se fuera, pero no, tenía que terminar la pelea en su cuarto tú sabes.
Al llegar fue a la farmacia por su pastilla para su muela, al regresar me alentó a irme, le dije «ya pero no me sigues», ya sé, era imposible. Y dicho pues me llevó a su cuarto, no conoces por ahora ese cuarto, con su olor a hombre recién destetado, con su hurón disecado mirándome con risa y el dibujo de mi cuerpo desnudo en la pared. Mi cuerpo y su cuarto… encajan como su boca en la mía, y pensar que en ese cuarto me hizo mujer, pero ya no siento si soy su mujer o su objeto. Pero esta vez no trataría de seducirme, sino que empezó a gritar que ya no lo quiero, y yo tratándome de ir, y luego él jalándome, diciéndome, pidiéndome tiempo y yo llorando ¡Solamente quería irme!, Me dijo que además yo sabia que no nos podíamos separar, que éramos UNO, amor porque me haces sufrir, CONTESTA… si amor, no podemos estar lejos, pero ahora tampoco cerca ya.
La verdad es que debí decirle que ya me aburrí de sus problemas, y que lo amo pero no doy para tanto, pero no fue necesario, me sacudió más fuerte y no aguanté: le di el manazo justo en el lado de la muela careada, me miró con una cara de cojudo única y luego me pegó un cachetadón tal que pensé en ti, pero te juro que es la primera y última vez, después él se derrumbó, suplicó, lloró y consiguió un leve perdón, un perdón mentiroso y de pena, sin ganas ya de ser verdad, un perdón triste, es que ya se pasaba la hora y no podía llegar más tarde a mi casa, se despidió con promesas de redención, me ama y yo lo sé.
LA ESPERANZA
En el carro pasaron, por mis ojos y labios, todos los cuatro años de andar de enamorados, las tres sacadas de vuelta por parte de él y una mía, las llamadas de borracho a media noche, las plantadas, ¡Y hasta el anillo que nunca me compró!, Y… el aborto, sí, lo sé: nunca me lo perdonaras, pero espero que jamás te lo repita de esta forma, si lo entendieras… ¡No! Eso fue imperdonable, pero ya no volveré a cometer mas errores, ¡Te lo juro!, Y voy a empezar por no volver a ver a tú padre, así me duela, y después se lo diré mis tías, pero por ahora vamos a preparar un puré de papas, porque no sé, pero me he antojado de mezclarlo con espinacas… sí ya sé: es sugestión mía… ¡Y que!, estoy embarazada y voy a ser tú madre y debo estar fuerte para todo lo que vendrá por los dos, o por las dos, ¡Así qué a preparar la comida se ha dicho!.