
«No extraño tus besos oliendo a Coldcoast, a pisco etiqueta amarilla mezclada con Yupi, no extraño tus escapadas del colegio para irnos por las chacras atrás del Arequipa rumbo a Chilina, no extraño bañarnos en la piscina del Filtro y verte presumir tus clavados certeros convertidos en panzazos, no extraño tus besos largos de despedida a la vuelta de la esquina de mi casa antes que llegará mi hermano, esas cartas extensas en papel de cuaderno Patria jurando un amor que te quedaba grande, no extraño nada de eso. Tampoco me duele que te hayas muerto sin casarte conmigo, la que te esperó años añorando tus promesas de mocoso que ni sabía decir «Te quiero» sin meterle un chiste del Chato Barraza… no extraño ni me duele nada de ti, solo aquella primera declaración de adolescente que me hizo estremecer como nunca más nadie lo hizo después.»