El Comecuentos: El mismo sabor, diferente comensal

—He perdido a muchos amigos, quisiera recuperarlos a todos este año, no sé, de repente me muero y quisiera que sepan que aún los estimo, que su amistad fue importante, que no sé qué pasó para que nos alejáramos, pero que les agradezco por el tiempo que estuvieron en mi vida.

—¿Te acuerdas del sudado de machas de tu tía Delia?

—¡Claro!, mi tío Nélson nos llevaba a la playa en su carrito y todos íbamos hasta un poco adentro en el mar y zas, zas, moviendo los talones escarbábamos en la arena y sacábamos las conchas. Luego allá en la casa, la tía preparaba al día siguiente para el desayuno el plato con cebolla, tomate y ají colorado, salcita, pimienta, una hervida leve a las machas a las que las primas le sacaron la caquita y listo, con ese pan camanejo y el mate de cedrón, uffff una delicia.

—¿Podrías comerlo de nuevo?

—Sabes que la macha ha desaparecido del litoral camanejo, es muy poco lo que ha regresado.

—Pero podrías ¿No? aun con ese poco.

—Podría, pero no sería igual.

—¿El sabor?

—No, eso puede repetirse, creo que el momento, mis primos y su alegría que contagiaba mi mundo que se despedazaba por la separación de mis padres, los momentos de vencer mi miedo al tirarme a la acequia y dejarme llevar con ellos hasta muy lejos, los animales que criaban, la historia del gato siete muertes, mi uña que se atracó detrás de un tractor, las frutas, el temor a las arañas en el baño, el seguir hablando hasta tarde, cantarles mis chistosas variantes del himno nacional, correr descalzo con mis pies pálidos, verlos detrás de los cangrejos en la playa, la sandía helada, la risa que estremecía el mundo de mi tía, las manos grandes de mi tío Nélson, mis primas bellas Yessenia y Carmen, mi primo Manuel todo fuerte, la amistad que formamos con Fidel y Marco, mis demás tíos y tías, mis primos, mi abuelita Julia y Santiago…

—Y ahora, si prepararas ese plato ¿Quién lo disfrutaría?

—Mathias… pero sin ellos.

—¿Sería menos alegre para él?

—Sí… espera… no, porque estoy yo, su mamá, está mi mamá, sus abuelos, mis hermanos y hermanas queriéndolo mucho sin necesidad de siempre estar, además tiene nuevas experiencias, nuevos amigos, y si me apuras, no me lo digas, porque siento que entiendo, no es el plato, que puede tener el mismo sabor, ese también seguro no le gustaría, porque él va a relacionar la felicidad con el plato de estofado de pollo de su mamá, la lasagna que hago yo, los repollitos que le trae su abuela Lili…

—Estás entendiendo. Los amigos estuvieron allí no para durar en el tiempo, sino para agregarle vida a nuestra vida, ahora tienes nuevos conocidos que, poco a poco se transforman en amigos, compañeros, a ellos les darás también parte de tu vida. No pienses en que una llamada puede regresar a alguien. Si quieres hazlo, pero principalmente enfócate en amar a los que ahora están contigo, porque, en eso concuerdo contigo, no sabemos cuándo un día, ya no estarán o tú mismo te irás.

—Gracias. ¿Se te antoja un chupecito de machas?, puedo ir al mercado del Altiplano a comprar.

—Puede ser, allá en el mar de Galilea no comíamos eso.

Por: Sarko Medina Hinojosa

Foto del recuerdo en Internet

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