Las peores pesadillas para unos pueden ser los sueños de redención de otros. Pongámoslo así: para lo que algunos, puede ser una desgracia mayúscula, para otros puede ser el germen de una nueva vida. En el libro que tiene en sus manos, Antonio Casas Romero, esgrime con maestría esta dualidad. Ya desde el primer texto, “Entre estigmas”, se anuncia lo que viene: una serie de relatos con efectos varios que hipnotizan al lector para continuar leyendo sus desgarradores destinos.
Si bien aún no termina de conocerse todos los casos dramáticos vividos en pandemia, las noticias nos iban dando a conocer muchos de ellos. Imaginar los momentos más terribles de un drama global, fue una tarea que se impuso Antonio a través de estos relatos, nacidos en diferentes momentos de esta crisis, profundizando en las posibilidades más duras del proceso que vivieron muchos, asumo que para él, como una necesidad de creación en medio de la conmoción.
“Pandemia y hambre”, es un relato duro, por ejemplo, pero que podría haber ocurrido en cualquier urbe del mundo. En una vuelta del destino que confirma lo dicho, un video de Shanghái, en el último confinamiento de abril del 2022, nos hace escuchar los gritos de hambre de los pobladores en una cuarentena casi espartana. Casas solo imagina y narra el interior de esos gritos, o acaso gritos helados como en “Amor Frankenstein”.
Las festividades no escapan de la pluma del escritor formado en conjunto con otros autores en las míticas antologías del grupo Kosmogonía, en las cuales destacó por derecho propio como un narrador efectivo. Dos relatos sobre la Navidad muestran esta capacidad de dar giros de narrador para llevarnos de la ternura al horror de la realidad.
Varios de los relatos abordan la voz interior de los protagonistas en medio de situaciones y probabilidades de solución o final para esta locura viral. Nos sumergen en sus pretensiones, esperanzas, crímenes y amores, para darnos a conocer que el ser humano, aún en la peor de las crisis aún ama, aún odia, aún quiere vivir, como sucede en “Máscaras” o “Entre la muchedumbre”, por ejemplo.
La influencia de Edgar Allan Poe es constante, pero también de HP Lovecraft en varios cuentos, se habla de seres humanos que parecen monstruos o de personas que vencen al Covid, siendo más que humanos, tales son los casos de “Corazón delator” o “Eternamente Mamá”, incluso seres eternos, como en “Toque de queda”, que por el virus no consiguen alimento y, por un golpe de leyes, logran proveerse de ayuda estatal cual si bonos se tratara.
Antonio ha hecho un buen trabajo de imaginar posibilidades que se escapan de lo cotidiano, llevando por diversos caminos su narrativa para darnos otros espacios para analizar narrativamente esta pandemia, invitando a los escritores a no quedarse en los dramas habituales, y a los lectores a explorar lo impensable, fantástico, horroroso que aún puede generar este virus.
Por: Sarko Medina Hinojosa *Periodista, escritor y docente
El escritor Marcos Vilca Jiménez aborda la obra más importante de Edmundo de los Ríos, en la cual se aborda el tema del terrorismo y sus consecuencias. El libro es un aporte al análisis de tan importante manuscrito y en esta entrevista conocemos como se forjó.
¿El mundo de los ríos cómo nace?
El libro fue toda una aventura. Me gradué en los años noventa en la Escuela de Literatura y Lingüística con una investigación sobre Los juegos verdaderos de Edmundo de los Ríos, la novela la leí y repasé infinidad de veces, desde que la compré en 1986. Fue publicada por la UNSA, edición a cargo de Hugo Yuen Cárdenas.
¿Hubo quizás alguna influencia?
Allí conocí a Hugo Yuen, estudiaba Filosofía y hacía poesía, también a Rolando Luque Mogrovejo, Wilber Tapia; esto me animó a seguir en ese mundo al cual aún era ajeno: el de la Literatura. A pesar de que mis estudios de Literatura me hicieron conocer a otros destacados escritores, la novela de Edmundo de los Ríos la tenía latente, eran fines de los ‘80 e inicios de los ‘90.
¿Hay trabajos escritos que profundizó?
Leía el diario Marka y lo comentábamos ligeramente con el periodista Rubén Darío Revilla cuando él trabajaba en un programa del extinto canal 6. Las noticias que difundía el Diario Marka se trataba de los enfrentamientos armados entre Sendero Luminoso y la Fuerzas Armadas. Cabe recordar que la novela Los juegos verdaderos trata de un guerrillero de los años ‘60 que fue apresado y muerto en una cárcel desconocida del valle de La Convención en el Cusco. De allí, surge el interés.
¿Ahí se decide hacer el estudio?
Al culminar los estudios de Literatura y Lingüística, estuve convencido de que tenía que hacer un estudio sobre esta novela a pesar de las circunstancias, se había decretado la Ley de Apología del terrorismo y sabía que este estudio podía traerme problemas pues trataba de este álgido tema, sin embargo, no me amilané, pues no estaba vinculado a ningún tipo de partido político y seguí adelante con mi proyecto y empecé a buscar a su autor: Edmundo de los Ríos.
¿Lograste entrevistarlo?
Al leer la novela, seguí la secuencia del personaje principal cuando este llega a Arequipa, y recorre por las calles San Francisco, Siete esquinas, San Martín y Vallecito, ese recorrido ficticio me llevó a su casa real, incluso la novela te da la dirección. Hoy, ya no queda nada de ese vallecito, y frente a la casa de Edmundo de los Ríos la modernidad ha tapado esos paisajes de una Arequipa tradicional. Les dije que estaba haciendo un trabajo de investigación sobre su obra.
Entonces ¿Fue difícil contactarlo?
Frecuentemente leía y coleccionaba sus artículos que publicaba en la revista Caretas, la mayoría eran de literatura. Así transcurrieron los días hasta que me animé a viajar a Lima y visitarlo allí. Sus ambientes cerca de la plaza Mayor eran casi oscuros, me encontré con Teresina Muñoz Najar y me dijo que no había llegado, pero le pasaría la voz, regresé al día siguiente y no lo encontré, a los dos días tampoco. Finalmente, retorné a Arequipa. Ese primer fin de semana fui a su casa en Vallecito y su familia me dijo que estaba allí, estuve contento, por fin hablaría con él; sin embargo, cuando le pasaron la voz, no quiso recibirme… Al cruzar la calle, desde el paradero de la av. La Marina, pude verlo en su pequeña ventana que daba al balcón, un hombre de avanzada edad, con el cabello largo, enjuto de rostro, de mirada incierta y semblante adusto, era él, Edmundo de los Ríos Perea.
¿Cuál es la importancia de su obra en estos tiempos? El tema de los grupos armados y la participación de la sociedad civil en estos actos de reivindicación y justicia social seguirán sobre la mesa de los diversos gobernantes y políticos, son hechos históricos que no debemos dejar de reflexionar y dialogar para que no vuelvan a surgir ni resurgir, hemos vivido años de violencia y ser testigos de la muerte de generaciones de peruanos, y hasta ahora no logramos aprender. En los años sesenta se vivió esta masacre tanto por la violencia de los guerrilleros como del Estado y la historia se repite en los años ’80 y ‘90 que nos dejaron más de 60 mil víctimas. La derrota del guerrillero de la novela Los juegos verdaderos, nos deja un mensaje que se debe aceptar, la violencia genera más violencia, empezando por la violencia formal, la del Estado que enerva los ánimos de la sociedad civil y puede acarrear estas consecuencias.
¿El terrorismo como tal sigue siendo un tema literario?
En los años sesenta, aparecieron algunas obras literarias que nos recordaban estos lamentables sucesos, La batalla de Felipe en la casa de palomas (1969), de Eduardo González Viaña, donde alude a Luis de la Fuente Uceda líder el MIR, lo haría merecer el Premio Nacional de Fomento a la Cultura. La de Jorge Salazar Piensan que estamos muertos (1979), narra el intento guerrillero de 1962 y la muerte de Javier Heraud escrita al alimón con Alaín Elías, el guerrillero que estuvo en la misma balsa que el poeta Javier Heraud cuando fue acribillado por el ejército. Años después, Historia de Mayta (1984) de Mario Vargas Llosa. Cabe recordar que Los juegos verdaderos aparece en 1968 en Cuba luego en México, recién en 1986 se publica en Perú.
La violencia terrorista de los años 80 y 90 también provocó la escritura de varias novelas en ellas están El camino de regreso (2007), de José de Piérola; Desde el valle de las esmeraldas (2009), de Carlos Enrique Freyre; Otra vida para Doris Kaplan (2009), de Alina Gadea; La niña de nuestros ojos (2010), de Miguel Arribasplata; Viaje al corazón de la guerra (2013), de Harol Gastelú, Rosa Cuchillo de Óscar Colchado Lucio, Las hijas del terror de Rocío Silva Santisteban, entre otros, y si de cuento se trata, podríamos consultar el libro de Mark Cox, en su estupendo ensayo «El Perú: su narrativa y la violencia política desde 1980. El cuento en los años de la violencia».
¿Estás preparando algún libro para este año?
Mi acercamiento a las obras de Mario Vargas Llosa y la pedagogía me incitó a hacer una investigación muy particular sobre el estudio del desarrollo de la sexualidad a través de las obras de nuestro premio Nobel. Asimismo, por fin se dará a conocer una antología que preparé desde el año 2020 de los poetas que han publicado desde el año 2000, es decir a inicios del siglo XXI.
Entrevistador: Usted señora María es la casera donde vivía Leandro Mendoza ¿Si?, el día 2 de diciembre usted fue la primera persona en conversar con él, ¿Qué le dijo?
Casera: Ay bueno que le digo, el joven Leandro era tranquilo y nunca tuve problemas con él, a veces nomás se atrasaba en el pago, pero eso era por…
Entrevistador: Señora remítase a la pregunta por favor.
Casera: Ya, ya, ¡Qué genio!, bueno ese día el joven Leandro estaba tranquilo como siempre, se bañó para salir y me recordó para ir al otro día a la presentación de su libro, me dijo que ya todo estaba listo y se sentía con esperanzas de venderlos todos, y con lo tanto que le costó ese libro, ¡Hasta me pidió que le esperara el mes de nuevo!. En la noche ya no lo vi porque me acosté temprano, y luego pasó eso, ¡Y yo que le di una estampita del Señor de los Milagros, imagínese!
II
Entrevistador: Señor Carrasco, usted ese día ultimó detalles con Leandro con respecto de su libro.
Sr. Carrasco: Sí, Leandro llegó temprano y de buen talante. Corregimos parte del texto de su presentación, conversamos luego sobre la distribución de parte de sus libros a bibliotecas, colegios y los de cortesía. Yo le reservaba una sorpresa a Leandro y era que la Empresa Antackus había decidido a última hora asumir el pago del Aula Magna donde se celebraría la presentación, lo que significaba un gran ahorro para los dos y más por él que podría pagar algunas deudas. Después conversamos sobre sus próximos libros, pero al transcurrir la conversación vi acrecentar su confianza. Leandro, como sabe, tenía múltiples responsabilidades en otros medios, aparte por supuesto de sus estudios. Al irse lo noté un poco eufórico y a mí eso me llenó de satisfacción. Lo demás creo que ya es sabido.
III
Entrevistador: Usted Ing. Pérez se encontró con Leandro después de mucho tiempo el día martes 2, un día antes de los sucesos penosos ¿Qué fue lo que conversaron?
Ing. Pérez: Diré para empezar que antes de volver a verlo tenía una pésima opinión de Leandro. Él abandonó la carrera en cuarto año, relativamente lo digo, porque en cursos no pasaba de segundo año. Luego de su deserción todos comentábamos sobre sus razones. Cuando nos encontramos con ironía le pregunté si seguía estudiando. Para mi sorpresa me contó que abandonó Ingeniería de Minas para seguir Comunicaciones en la Universidad Católica y que ahora mismo estaba terminando de estudiar un posgrado. En si no le estaba creyendo, pero me hablaba con tecnicismos que yo no entendía. Me dijo que se alegraba mucho de verme y me dio una invitación para la presentación de su libro. En ese momento me sentía terriblemente avergonzado y más cuando me dio la mano y me abrazó efusivamente rogándome que fuera a su presentación, que sería un honor para él. Por supuesto que fui, pero no esperé que pasara eso realmente…
IV
Entrevistador: Srta. Fabiola usted fue compañera de posgrado del desaparecido joven escritor. El encontrarse con Leandro ¿Cómo lo notó?
Srta. Fabiola: Me lo encontré en el Parque España, lo noté motivadísimo, me saludó como nunca y me atajó para conversar. Empezó a preguntarme por cosas mías que yo ignoraba que sabía. Estaba muy hablador y demasiado eufórico, ¡Pensé por un momento que estaba algo, mareado, imagínese!, pero luego me di cuenta que estaba alegre. Me habló de su familia que estaba lejos, de lo mucho que los esperaba para su presentación, en especial a sus hermanos y hermanas menores. Tanto fue su alegría que terminó por contagiarme y así al despedirnos me pasé toda la tarde escribiéndole a mi padre. Leandro me regaló ese día algo muy bello y nunca lo olvidaré.
V
Entrevistador: Nora, usted fue ex enamorada de Leandro y el día 2 de diciembre se encontró con él por la tarde ¿Qué sintió?
Nora: Que te puedo decir, Leandro estaba alegrísimo de verme, me abrazó y besó, me invitó a un café y conversamos de todo, de como estaba, de su libro que por fin salía, y que por cierto yo ayude a escribir por eso me lo dedicó, claro, no en el libro mismo, pero seguro que lo iría a decir en la presentación ¿No?. Leandro se interesó por mis cosas y del porqué yo estaba inubicable, pero le expliqué mi cambio de domicilio y me dio una invitación especial para su presentación. Leandro estaba como nunca, seguro de sí, confiadísimo, me dijo que escribió para el periódico donde trabajaba un artículo sobre el «amor etéreo en lo urbano» o algo así, ¡y que lo hizo pensando en mí!. Tan emocionada estaba con Leandro, que me propuse reconquistarlo después de su presentación, pero lo que no imaginé era que… lo que no pensé fue que… ¡Perdóname no puedo seguir!…
VI
Entrevistador: Señora Alondra usted como última persona que lo vio el día 2 de diciembre ¿Cuál fue su impresión de Leandro?
Señora Brinda: Te diré primero que yo soy su madrina y que Leandrito me encontró justo para despedirse, apenas me vio se me abalanzó llenándome de besos y llenándome de preguntas, diciéndome lo muy muy feliz que estaba. Cuando se calmó me invitó a su presentación, pero como él sabía lo ocupada que estoy me dijo que si no podía ir, el sábado me dedicaría su programa, porque Leandrito tenía su programa y yo lo escuchaba aunque él no lo supiera. Yo siempre lo apoyé con eso de escribir, era su vida y me dio una pena lo que le pasó, casi me muero cuando lo supe por los periódicos, pero no me extraña, él siempre fue especial.
Epílogo
Con estas entrevistas se ha querido reconstruir el día anterior a los sucesos ya conocidos y tratar de explicar cómo estaba el escritor Leandro Mendoza anímicamente. Se englobará lo sucedido. Se sabe que Leandro no se encontró con nadie antes de su presentación y que llegó un poco tarde para leer su discurso. Se presentó con un terno plomizo y su estado de ánimo era variable, acrecentándose su euforia tanto así que moviéndose de un grupo de conocidos a otro los inundaba con su alegría. Muchos opinaron que desde esos instantes se le notó blanco y brillante. Según su editor, el señor Carrasco, Leandro cambió su discurso por una improvisación, hablo del génesis de su libro haciendo mención de todos los que influyeron en él para escribirlo. Los asistentes notaron que mientras hablaba la cara del escritor empezaba a tornarse cada vez mas pálida y blanca mientras más emocionado estaba, sus manos se movían grandilocuentemente formando figuras en el aire, su voz tenía un rumor a viento, a sueño que tranquilizaba el corazón. Palabras después, con impresión, los presentes vieron como poco a poco Leandro se volvía transparente, en el ambiente empezaron a aparecer brillos de luz que inundaban el recinto, hasta que Leandro al decir el nombre de su libro: «Divina Felicidad», desapareció en un poderoso destello final, quedando en su lugar solo sus ropas para nunca más volverlo a ver.