La biografía del corazón

Se presentó la oportunidad de dictar un taller de autobiografía en el Aula del Saber de la UCSP. Era para adultos mayores. Migrantes. No dudé en decir que sí.

Si algo he aprendido de la escritura es que es una poderosa herramienta para llevar al papel, o, en estos días, a la pantalla digital de la computadora o el celular, recuerdos que la memoria deja a un lado dormitando.

Para empezar, conté la historia clásica de Marcel Proust y el quequito remojado en mate que lo llevó de nuevo al Combray de su adolescencia. Allá le dicen ponqué, me enseñaron.

Y es que pensé que ayudaría a los participantes a recordar mejores épocas, nutrir con las experiencias actuales y confeccionar textos que se queden para que sus descendientes conozcan sus historias. Pensé nomás. La realidad me devolvió una serie de historias que han calado dentro mío, como el testimonio de alguien que presencia un hermoso pasaje. Cada una de las participantes, porque al final perseveraron cinco, me ha entregado en las sesiones sus alegrías, tristezas, enojos, luchas y desconciertos sobre el futuro, en relatos que abarcan diferentes lugares de Venezuela, condiciones económicas y vivencias familiares, pero todas, atravesadas por el mismo destino en algún momento: el tener que migrar para poder salir adelante.

Para mi ha sido el comprender un poco más las historias que impulsaron a familias enteras a buscar en otro país aquello en que el suyo era ya imposible. Y saber que, pese a eso, el amor por su patria permanece intacto, por sus tradiciones, sus comidas, familia, fallecidos.

Pensé que les iba a enseñar algo, pero, en realidad me han enseñado más en estas sesiones. Y es cierto: que lo que escribimos con la vida retumba en el universo. Gracias queridas alumnas.

Por: Sarko Medina Hinojosa

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Moneda

Un círculo que es un aliento

La noche fría sin oración

Patines en niños

Chismes en la calle

Sonrisas apresuradas

Los mismos ojos rojos

Maniquis que te saludan

Al sonar metálico

Dos violinistas en re menor

Un ciego cantando una de Lavoe

Una doña alquilando tres niños

El hambre verdadera

Contra lo ensayado cien veces

En el bolsillo

Dudoso tintinea un sol

Que puede alumbrar una bebida caliente

Un remedo de carne industrial

Sale ante la súplica

De un sucio rostro infantil

¡La misma edad del que me espera en casa!

La moneda se deposita en la mano anhelante

Y lo miro correr

Rumbo a una cabina

De 24 horas de fantasía en mando y botones

Casi me arrepiento

Pero pienso

De repente

Puede que

Es el único calor

Que tendrá esta noche

Por: Sarko Medina Hinojosa

Calle Mercaderes – Arequipa, 25 de diciembre

Puede ser una imagen de cielo y crepúsculo

La caída, la tierra y las flores 

Soñé con una casa que existió

Con un romero y un cedrón eternos

Tierra y semillas de molle

Flores blancas

La misma vereda

Donde jugaba con maderas

            Y los recuerdos

Tres años tenía

Mis tías en la cocina, Meche y Sabina

Mi mamá Hilaria, la grande

Mi mamá Lili, la siempre joven

            Sonará infantil

            Sonará tonto

¿Importa la edad?

            Corro de las críticas

            Corro como ese día

Ni sé de qué, pero en esa vereda

Donde sentado comía mi pan

Me tropecé y caí

Caí como después perseguido por los golpeadores

Caí como después ebrio de amor

Caí como después ebrio de dolor

Entre semillas de molles y flores blancas

Lleno de tierra y lágrimas

Lancé un grito, como miles de gritos años y décadas venideras

              Y las vi

Llegar corriendo

Levantarme y limpiarme

Arroparme y besarme

Consolarme y devolverme la fe en el mundo

               Que dura hasta hoy.

 Por: Sarko Medina Hinojosa

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Sarkadria: Sueño del ave

Y quisiera soñar ser grande y abarcar el mundo entero, con las corrientes del mar llegar a lugares donde sólo imaginamos los de mi especie. Saltar de roca en roca descubriendo manjares y velar porque las crías nazcan sin peligro.

Pero no puedo.

Y quisiera que el hombre no nos elimine solo por placer, para así no tener que cuidarnos en el vuelo, evitando los peligros de acercarnos a ellos, sin temor a que nos peguen, nos capturen, nos usen para adorno o comida.

Pero no puedo.

Y quisiera que las plantas crezcan libres, que se expandan hasta donde puedan, que allí vivan los animales de la tierra, sin que nadie, más que entre ellos, se coman. Hay un orden y ese orden se conserva, así lleguen grandes lluvias, así lleguen tiempos de seca.

Pero no puedo.

Y quisiera que las montañas sigan con hielo, que los ríos traigan agua y no se los mate, que en los océanos no floten restos que asesinen, que no arrastren en redes a aquellos que después ni para alimento servirán.

Pero no puedo.

Y quisiera que los humanos no compitan contra nosotros, que dejen de matar lo poco que queda, que no usen a su gusto la tierra, como si de un basurero se tratara. Cada día los veo caminando hacia donde ni siquiera ellos saben.

Pero no puedo.

Y quisiera poder mirar en el futuro y encontrar aquella paz, si alguna vez habrá, para poder adelantarla, contarle a los hombres el cómo lograrla y que sanen sus heridas.

Pero no puedo.

Porque para los hombres solo soy un animal sin alma, que no piensa, que no sueña, un objeto nada más.
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Por: Sarko Medina Hinojosa

Poema: Clamor

Desierta la sed del hombre, sin algo para beber, tanteando tal vez un manantial en tu ser. Más tarde que después te hallará, en algún juzgado terrenal, si te apiadaras de su clamor saciar…

¿Vendrás?, pues estamos tantos y tan pocos, y miramos que eres mucha y escasa para todos y te escondes en tus redes y nos derivas a la muerte solitaria de no saber más de lo sabido en nuestras memorias y después ¡QUE!, seguirás huyendo de nosotros como el cruel conejo del hambre del lobo, hasta cuando nuestras secas palabras te adularán y te pondrán en pedestal de gloria y tú, cual vil escoria, tratarás a nuestra ansiedad de saber más de lo que dicta nuestra perdida moral, que no hace más que sacrificar la libertad inherente en cada cual de nuestras conciencias, no tienes razón de morir en vano; ¡Revive!, brota como el pájaro que se quemó en sus propias pasiones, ¡Vuelve!, si estuviste, o nace si nunca empezaste, porque tantos estamos en espera dentro de nuestras conchas de metal, ansiando tu voz con solo nuestras fuerzas encausadas en un río de pálida-rojiza vergüenza, la que nos hace seguir en días de días, en la cruel senda de nuestras culpas; ¡Culpas?, si tantos y tan pocos sabrémonos culpables de humanas acciones y así levantamos la voz para preguntar: ¿Dónde llegarás?, ¿A quién en tu manto acogerás?, y seguimos el paso, en varas y mallas, en alambrados y reflectores, en barras y ranchos rancios, en patios cerrados, en sólidos muros y visitas cada miércoles, esperando tiempos, generaciones y dioses, cómo la cascada que limpiará nuestros corazones y parará la sed, ¡La gran SED!, de los que estamos en muchos y grandes monumentos a la Ley del Hombre, y que te ansiamos día a día en el desierto de nuestras esperanzas marchitas en papeles membretados, que navegan en el mar de los sellos de idas y vueltas entre secretarios malhumorados y licencias para comer de días y meses que archivan esos mustios pétalos donde van impresas las ganas de ver de nuevo el sol desde la plaza del pueblo, de la ciudad, de la calle que nos vio parir.

Mientras llegas, nuestra fe, finita o inconmensurable es, ya te puso un nombre, te marcó con su deseo y te llamó: ¡JUSTICIA!  

Por: Sarko Medina Hinojosa

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Poesía: Tristeza

La infinita ternura de una madre al dormir a su niño,

La piedad de un misionero al rezar por un moribundo,

Mi orgullo al mirar mis manos calcinadas en el trabajo,

—-Son sentimientos tan reales, tan ficticios——-

Los sueños de un niño mirando las nubes,

Los mares de sangre y terror volcados en mi país diariamente,

Tus llantos al despedirte del amor que dañó tu corazón,

—–Son sentimientos tan palpables, tan irreales——-

Hoy que estoy tan triste

Y la pena me pesa un universo

No quiero verte de colores

En un día de insípido sabor.

Busquemos a la noche

Y en ella ocultaremos juntos

Las penas que me embargan.

Los días de caminar en inocencia,

Me arden en el pálpito de saberlos vacíos.

Un sábado violeta, la soledad de un farol roto

Los lagares de mustio vino bebido por tantos tontos,

Me despierta la furia que me condena.

La tristeza lucha en mi pecho contra la calidez de tu compañía

Y mis ojos de gris se disfrazan para la pantomima de saberme desolado.

Los anhelos se van de mi mesa,

Tus sacudidas me suenan a metal,

Me causa envidia tu ánimo por caminar

Las hojas me rozan la cara húmeda del mar que desbordó mis ojos.

Quédate entonces

Quédate que el día morirá un poco más allá.

Buscaremos un camino muerto de sal y lo acariciaremos

Para que nazcan colores al costado de su columna vertebral

Llegaremos al límite del sol en la tierra

Y nos dejaremos bañar con sus llamas

Y al ingresar a la noche resaltaremos las estrellas

Hoy que me decidí a no estar callado

Tu risa ante mi inutilidad me vuelve a animar

Hoy que mis extraños deseos se estaban convirtiendo en cenizas

Que ahora recogeré en el mar de tu cuerpo

Acompáñame amiga de mis días

Sacúdeme de la soledad mustia

Mójame las manos con tu sudor

Revélame el milagro de tu aliento en mi cuello

Sacúdeme con el terremoto de tus olvidos

—–Entonces—-

Me voy callando mejor

Porque veo al niño cumplir con su destino

Veo al pueblo levantándose contra el tirano

Siento que te sacudes del pasado y avanzas conmigo hacia lo desconocido,

Valiente y sin miedo…

¡Vamos entonces en silencio y haciendo,

Devorando la tristeza para transformarla en materia,

Que inyecta alegría y diáfana paz!

No me importa que me llamen iluso al vencer a la tristeza,

Hoy lo haré contigo,

Mañana otra nueva batalla nacerá, la cual habremos de vencer

¿No lo piensas así?   

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Por: Sarko Medina Hinojosa

Poema: Soledad en tu piel

Para que quieres que

te diga que te amo

más que a la carne

que me cubre, que te

alimenta la pasión,

que me cobija en la

noches sin ti, que me

transforma en

este esperpento

llamado humano, que

descansa después

de caminar por la

ciudad, que alimento

con raciones de

economía y cáncer

a distancia, que

se levanta día a

día a buscarte, que

se emociona

gallinaceamente al

tocarte, al sentirte y olerte, al

penetrarte y absorbente, que

te amo más que este envase

superficial que amas cuando

esta limpio y adoras cuando

se mezcla con tu sudor,

examinas en las noches

de tu vigilia y besas sin

que me de cuenta en las

madrugadas de tus huidas

 impiadosas…

Para que quieres que jure

que te amaré hasta la

putrefacción de esta materia

que me restringe las alas

que tengo para elevarte por

los cielos purpurados de

la guerras cotidianas y

tormentosas de los pueblos

que vanaglorian al ser humano

y no comprenden que en ti

está la magia del amor completo,

más, aún insistes en que haga

juramentos, mezcle mi sangre

con la tuya y haga una pira de

cuerpos al sacrificio de tus

pechos de ensalmo y turbia

materia que me enloquece

cuando intento responder que

no es necesario decirte que te amo.

Pero no me entiendes y aún pugnas

por boquear aire mientras te

entierro en mis ansias de fundición,

en esta decisión completa de fundirme

piel con piel en ti y para ti porque ya

no soporto tu pregunta sobre mi amor,

si por ti estoy matándonos a los dos en

este momento en que, nuevamente,

se juntan las estrellas con los altos

pinos de este bosque que servirá

de tumba abierta al juramento

que te hice de responder tu pregunta

cuando estemos más allá del umbral

de la soledad de tu piel…  

#Sarkadria

Por: Sarko Medina Hinojosa