—¿Y?
—Nada. Solo tengo el recuerdo.
—Lo peor es que llueve.
—Sí. La ciudad nunca me sabrá igual.
—Luego del bicho nadie queda igual.
—Feliz año.
—Feliz año.
Por: Sarko Medina Hinojosa

—El Año del Tigre.
—Más parece el año del Lagarto.
—Si hasta puede postular.
—Y ganar, volver a poner al Pantaleón de ministro y comprar Ivermectina por toneladas para la cuarta ola.
—Primero debe sacar al del sombrerón.
—Ya debe estar moviendo sus hilos, dejó gente sembrada a todo nivel.
—Como hicieron Alan, Fuji, Toledo, Ollanta y Nadine.
—Sí.
—Y la tercera ola más parece tsunami, pero felizmente no hay tantos fallecidos.
—Pero los contagios en su mayoría fueron por los descuidos de año nuevo.
—Pareciera que estos años de pandemia no enseñaron nada.
—Claro que sí, ahora la gente sabe lo que sintieron los deudos de la época terrorista, ya todos tienen un muerto al cual recordar.
—Eso fue cruel.
—Y real.
—Pero parece que la realidad no golpea, no une, no ayuda, ¿Qué más hacer?
—Ponerte bien la mascarilla.
—¿Algo más?
—Orar.
—¿Tiene remate este microdiálogo?, ya me aburrí un poco, mucho texto.
—No lo tiene, para darle un remate a todo esto tendría que haber un final y al parecer tenemos para rato. Mientras, disfruta de los detalles de la naturaleza, dicen que nuestro planeta es el único en el universo con tanta diversidad, por eso vienen desde millones de millones de años luz a visitarnos los aliens, pero, también saben que es un delicado ecosistema así que prefieren solo ver y no intervenir. Podrían advertirnos de nuestra efímera delicadeza pero eso haría que destruyamos más rápido el planeta y, al parecer, solo esperan que nos extingamos por nuestros medios y que la misma tierra vuelva a explotar en exhuberancia evolutiva.
—Espera ¿Eso es real?
—No, pero explicaría muchas cosas. Ahora déjame disfrutar la playa.
Texto: Sarko Medina Hinojosa
Foto Caleta La Playuela – Camaná
En algún lugar de un país exótico.
—Traje algo fabuloso para comer en la cena de Año Nuevo.
—¿Qué?
—Cola de lagarto.
—Pero eso es raro.
—Que tú digas eso es más raro, en tu país comen gusanos, monos, tortugas…
—Y en el tuyo comen perro, murciélago, alacranes.
—No me molestes que me ha costado caro esta pieza, además, soy **** de segunda generación, mientras que tú eres **** migrante.
—Es decir sacamos a relucir el racismo, me hubieras dicho que te averguenzas de mi.
—No es eso, pero estamos en otro país.
—Que se está yendo a la ***** por culpa de los *****nistas.
—Eso no es cierto los ***** quieren que creeamos eso, mira a mi país, es un ejemplo.
—Ahora sí es tu país, además allí matan por decir la verdad, es decir, ¿más vale tener plata que libertad y cultura?
—La cultura se define por la trascendencia e importancia social de las tradiciones y nuevas manifestaciones del arte.
—¡Mi pueblo tiene, entonces, más cultura!, aún comiendo monos es mejor que la de este país lleno de migrantes europeos.
—Tú no quieres experimentar nuevas cosas, por eso hablas así.
—Prefiero lo tradicional antes que andar probando cualquier tontera que al final no satisface.
—¡Ya basta!, mejor tiro esto a la basura.
—¿Y tirar plata por gusto?, además, seguro que es un animal que sufrió.
—¡Como todas las gallinas que comemos!, también las plantas tienen dolor ¿Sabías?, igual nos las morfamos.
—Deja de hablar como un alienado.
—Vivo en este país tengo que adoptar algunas maneras de hablar.
—El lenguaje no es determinante para el respeto, los valores lo son.
—Tú hablando de respeto, no me hagas reir que te burlas de mis ojos.
—Y tú de mi color de piel.
—¡Basta!, papá, mamá, pelean por tonteras. Es año nuevo. Debemos procurar tener paz.
—Tú que sabes, después de las doce faltarán cuatro horas para que realmente sea un año nuevo, por eso hay año bisiesto, ¿qué te enseñan en la escuela?
—Todos están equivocados, el año recién empieza el 1 de febrero, porque en esta casa mando yo, y se respetará el Año del Tigre.
—¡Eso es machismo!
—Me voy a la calle, prefiero reventar cohetes que verlos pelear.
—¡Inconsciente!, ¡pensá en Boby!
—Eres un mal hijo, mejor ayuda a tu mamá a preparar la cena.
—Claro, porque el señorcito seguro agarrará una birra y no ayudará.
—Mejor veo tiktoks, por lo menos allí la gente es conciente del espectáculo que ofrecen y no quieren moralizar falsamente a nadie como ustedes.
—¿Oye qué opinas del partido de mañana?
—En estas circunstancias conmemorativas tenemos las seguridades preminientes de una delantera de perfectas variantes intermitentes que permitirán el desahogo de la multitudinaria tanda de perfecciones dinámicas que nos permitan mirar de cara al futurismo.
—¿Qué?
—Si nos meten un gol, sonamos.
—Papá, te quiero preguntar algo.
—Dime, Mathias.
—¿Por qué cuando crecen las personas se vuelven tan realistas?
(El día anterior, en un ataque certero a su inocencia, la profesora sustituta en su colegio se le ocurrió confesarles a todos los niños de su clase de 5to de Primaria que Papa Noél no existe y que el Hada de los Dientes tampoco, así como otras figuras imaginativas de la niñez)
—Creo que es porque empiezan a tener responsabilidades consigo mismos y quieren resolver todo con la lógica. Te confieso que a mí me pasó lo mismo en algún momento, pero, felizmente decidí un día que no tenía todas las respuestas y la realidad era tan mágica que no podía definir si algo no existía en realidad.
—¿Cómo es eso?
—Creí firmemente que si dejaba de creer en que existían cosas maravillosas allá afuera, dejaría de escribir. La imaginación nos permite pensar en cosas que de repente en la realidad no existen pero que podemos lograr. ¿Eso es magia?, creo que sí, de otra manera cómo explicaríamos que una persona puede crear pinturas, esculturas, diseños como los que haces, cuando en realidad no los imagina o por lo menos no trata de arrancarle al futuro esa idea para traerla al presente y empezar a volverla realidad. La imaginación en pura magia, pero los adultos a veces nos olvidamos de ella.
—Sí, creo que al crecer nos volvemos aburridos.
—Por eso debemos siempre mantener la llama de la imaginación. Hagamos una promesa.
—¿Cuál?
—Nunca dejemos de imaginar y de creer que la magia existe en nosotros. ¿Promesa?
—¡Promesa, papá!