
Se conocieron comentando el post de una amiga en común en el Facebook, sobre el granjero y su novia.
Hablaron sobre las distancias que nos separan, sobre escritores sobrevalorados y los seis grados que nos unen en redes.
Intercambiaron memes, luego tips para la cuarentena. Se daban me gustas, me enjajas, luego me encorazonas. Luego, ya no se ponían nada, no era necesario.
Hablaban hasta la madrugada, miraron películas nacionales liberadas, conciertos en Italia con tenores llorando, se pasaron playlist y de pronto, una noche, fotos que les hizo sentir que el calor se trasladaba en la ciudad como el virus que mantenía la ciudad encerrrada.
Se amaron a la distancia, en Zoom, en Meet, en Facelive, el WhatsApp, jugaron tests discutieron sobre poesía y se burlaban del más alto de los poetas, y con filtros graciosos se hablaban, miraban, tocaban en digital.
Acabó la cuarentena, quedaron en verse. La decepción se les notó en el rostro, un beso forzado, no había emoticones para animarse u orejitas de cachorros. Comieron y se dieron la contra, tensos. Se despidieron sin filtros y se olvidaron como el mundo olvidaba esos días de encierro a la luz del sol que todo alumbra al final.
Por: Sarko Medina Hinojosa