#Microcuento El héroe


La diligencia se detuvo y un seco disparo segó la vida del conductor. Estaban rodeados por los asaltantes. Los gritos del líder de los bandidos estremecieron a los pasajeros. Adentro, una madre abrazó a su pequeño de apenas seis años, un abogado calvo y sudoroso apretó su maletín con fuerza, un anciano minero empezó a llorar murmurando varios nombres, una jovencita entró en pánico junto con su reciente esposo, quien atemorizado, no atinaba más que a murmurar una oración y, al fondo, un hombre curtido por el polvo del desierto tomó una resolución.

Abrió lentamente las puertas de la diligencia y salió con la pistola en la mano levantada hacia el cielo, en imagen de derrota y sumisión. Observó el cuadro delante de él: cuatro forajidos a caballo. No dejó que hablaran siquiera. Movió su arma y se disparó en el pecho. Sorprendidos, los delincuentes se miraron unos a otros bajando la guardia. Desde el suelo, el hombre, herido de muerte, pudo disparar otras cuatro balas que impactaron certeramente en los forajidos, cayendo de sus cabalgaduras, muertos al instante. El héroe murió segundos después esbozando una sonrisa.

A lo lejos se ve alejarse la diligencia en medio de una nube de polvo. Cuatro cuerpos serán devorados por los buitres del lugar desolado y la tumba del héroe, hecha de piedras y arena, será tragada por el desierto del oeste que tanto amó. Pero nosotros, hijos de ese acto de valor, recordaremos su nombre por la eternidad: Jhonny Maccoy.

Sarko Medina Hinojosa

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s