¡No soy sordo!

15.06.2013 (Encuentro comunicadores) 106Hay veces en que las cosas no salen como uno quisiera. Cuando intento que los bloques de mi juego favorito entren por la ventanita de mi coche favorito y no lo logro, pues me da un no-se-qué, que no comprendo bien, pero es como si me dieran ganas de botar todo… pero no lo hago. Una vez que lo hice y mi Mamá se enojó conmigo y me pidió que no lo hiciera.

Otras veces tampoco me entienden cuando pido algo, si estoy mojado y no prestaron atención creen que lloro porque tengo hambre e intentan darme la compota. Al final, luego de varios intentos fallidos logran descubrir el pañal lleno, pero oigan: ¡Cansan de verdad!.

Pero no soy un bebé que sigue siempre enojado ni de mal genio, porque soy un genio… consiguiendo abrazos y caricias de los demás. Es un trabajo duro, pero como siempre digo: alguien tiene que hacerlo.

Lo que no entiendo es porqué a mi Papá a veces le da por estar molesto mucho rato, como si las palabras dulces de mi Mami o mis espectaculares gracias no le hicieran efecto. Como hoy, que llegó diciendo cosas que no entendía que no le salió esto, que no le pagaron eso, que la luz, que el agua, y no sé qué cosas más. Uhmmmm, hasta donde sé la luz la da el solcito y el agua sale del pilón… y al final todas esas cosas las da Diosito gratis… Pero he comprendido que los grandes a veces se portan de maneras que ni los bebés lo hacen…

Ahora mismo mi Papá se ha vuelto a enojar mirando un papelito que saca de su bolsillo y empieza de nuevo con palabras que no conozco como blanqueador, suavizante, detergente, y empieza también a levantar la voz y me está asustando.

En la caja de colores he visto a veces a personas que gritan fuerte, a veces para llamar a alguien lejano, otras para advertir del peligro y algunas para detener a otros, pero hay unas que no me gustan y son cuando le dan miedo a otras personas y estas se ponen a llorar.

Así me estoy sintiendo ahora, con ganas de llorar porque Papito está gritando y no aguanto y llooooorooooooo, buaaaaaa…

Mi Mamita me carga y Papá se calla por fin, le dice a mi Mamá que lo perdone y me abraza y seca mis lagrimitas. Me mira y me promete que no va a volver a gritar y yo le digo Sí con la cabeza y le sonrío para que sepa que se me pasó el susto.

Creo que al final mi Papá comprendió que no estamos sordos ni mi Mamá ni yo. A veces pareciera que los grandes se olvidan que no tienen que gritar, solamente cuando es necesario, pero suerte para ellos yo estoy listo para hacerles recordar el asunto.

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