- La lección
La clase estaba expectante, mientras el profesor dirigió estas palabras a sus alumnos:
«Al verlos a ustedes recuerdo a Julia. Su vida no fue glamorosa como muchos piensan: no asistía a las fiestas cuyas invitaciones llegan con nombre propio cuando estás en un medio periodístico, ni siquiera a los almuerzos que organizaban para los de su clase. Su cabello siempre en cola de caballo y esos lentes que nunca cambió de montura, eran su marca personal. Recuerdo sus uñas mordidas, los lapiceros que perdía constantemente, su horrible letra, su estrés perpetuo. Pero también recuerdo esa mirada llameante de furia cuando en los noticieros de la competencia aparecía un corrupto liberado, cuando un delincuente escapaba o cuando uno de esos que denunciábamos salía impune.
Su trabajo como periodista hubiera gastado a cualquiera con el tiempo. Ella persistió hasta el final. No es que siempre estuvo en medios, una oportunidad de hacer algo en el sector ambientalista la atrajo y allí estuvo varios años. Un día el contrato se terminó y regresó a la sala de redacción. Lo demás ya lo conocen por los noticieros. En esa curva la esperaba su destino con tres balas del narcotráfico.
Ustedes son estudiantes de periodismo de tercer año, sepan que algo así les espera si les apasiona su carrera. No hablo de la muerte trágica, hablo de algo significativo si aceptan el reto. Adquirirán esa mirada llamante de furia ante la injusticia, la corrupción, la desigualdad; alcanzarán ese sentimiento perpetuo de alerta, que hará que sientan al mundo como una gran noticia y será para ustedes el reto de superarse, de tener la portada, la mejor imagen, la filmación inédita, el enlace que dará a su público los elementos para descubrir la verdad, para después irse a la cama con la conciencia de haber dado lo mejor. Anhelen esa mirada jóvenes y, si la tienen, si sienten que no pueden contener la indignación ante las mentiras, el engaño, la barbarie, bienvenidos al grupo selecto de aquellos que no tenemos para comprarnos una Ford Navigator pero si dormimos tranquilos, no por haber hecho la diferencia en todas las veces, pero si por intentarlo siempre»