La palabra que no existe

La mariachi en el cementerioLa cantante paseaba entre los pabellones del cementerio en pleno domingo, Día de las Madres, cuando divisó a un posible cliente.

—Señora ¿Quiere que le cante algo a su madrecita?, hoy por el Día de la Madre tengo rancheras de Juan Gabriel, o si quiere alguna de Roberto Carlos, canciones de José José, usted dígame cual le gustaba a su mamá en vida y se la canto, solo 5 soles tres canciones.

La mujer levantó la mirada y ya tenía la intención de decirle que no gracias a la mujer vestida de mariachi, cuando de algo se acordó.

—A ella le gustaba una canción, pero no me acuerdo, una de un tal Fernández…

—Ahhh de Vicente Fernández, de repente le gustaba “Estos Celos” —dijo la artista y empezó  cantar, pero fue interrumpida por la doliente.

—No, no es esa canción ni tampoco el cantante, creo que es de su hijo… sí, ahora recuerdo, Alejandro Fernández, ese es… la canción creo que era sobre la voz, no me acuerdo bien…

—¡Claro!, “Se me va la voz” es la canción señito, esa me la sé, tiene suerte porque solo yo la conozco aquí, los demás no saben de esas canciones nuevas. Oiga, pero qué moderna era su mamacita —trató de alegrar en algo a la deuda la cantante.

—No, no era mi madre.

Un nudo en la garganta se le formó a la mariachi. Un golpe de dolor le oprimió al pecho al comprender que estaba frente a una… trató de buscar en vano la palabra, aquella que no existe para nombrar a la madre que pierde a un hijo. Sin decir más, empezó a cantar.

 

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